Reseña: El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo.


Aquí traigo una nueva entrada sobre Angela Carter para Adopta una autora, esta vez una reseña de una de sus novelas: El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo (The Infernal Desire Machines of Doctor Hoffman, 1972).

Sinopsis:


La novela cuenta la historia de Desiderio, un funcionario del gobierno que vive en una ciudad indeterminada de América del Sur, la cual es asediada por espejismos enviados por un científico llamado Hoffman, quien pretende enfrentarse a la razón humana y destruir el tiempo tal y como lo conocemos, usando para ello la energía que emana del deseo. Desiderio narra como fue enviado por el ministro de Determinación para investigar al doctor Hoffman y acaba embarcándose en un viaje para encontrar y acabar con él, durante el cual es acosado tanto por personas reales como por espejismos, todo ello mientras vive un extraño romance con Albertina, la hija de Hoffman.




El Doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo está considerada una de las mejores novelas de Carter. El estilo de esta autora casa perfectamente con el contenido de la obra: la abundancia de adjetivos, las frases largas enrevesadas y las figuras retóricas sumergen al lector en un ambiente onírico parecido al que vive Desiderio durante su aventura en un mundo plagado de espejismos tan reales que resulta difícil distinguirlos de la realidad, sobre todo porque a veces la propia realidad resulta demasiado extraordinaria para ser cierta.

La novela se presenta como un libro de memorias escrito por Desiderio muchos años después de que los acontecimientos narrados sucedieran. La obra está narrada en primer persona por su protagonista, que se nos presenta desde el principio como un narrador fiable, aunque todo lo que cuando está impregnado por su visión desencantada, a veces hasta profundamente pesimista, de la vida. Desiderio es un joven de ascendencia indígena que trabaja como funcionario para el ministro de Determinación, el principal enemigo de Hoffman en su guerra contra la razón, y vive su vida con apatía, incluso cuando los sucesos extraordinarios invaden su universo. Lo único que le da cierta emoción a su existencia gris es su amor por Albertina. En el prólogo, que es el prólogo que Desiderio escribe a sus memorias, ya se va formando su imagen como un héroe involuntario y al avanzar el libro se aprecia pronto que realmente carece de cualquier cualidad heroica y que se limita a dejarse llevar por el curso de los acontecimientos. Este personaje posee una moralidad bastante gris y en varios momentos de la obra realiza actos cuestionables, aunque en última instancia es una persona de buen corazón que sufre profundamente tanto por su vida vacía como por las horribles situaciones que debe vivir durante su viaje. Aunque el personaje se ve afectado por las situaciones que vive y por las personas con las que se relaciona, no creo que se pueda hablar de una auténtica evolución en Desiderio, su viaje sirve para poner a prueba sus creencias, pero a pesar de todo al final de la historia su personalidad se mantiene prácticamente idéntica a como era principio de la novela.

Desde el momento en que abandona la ciudad, la aventura de Desiderio tiene la siguiente estructura: el protagonista llega a algún lugar donde conoce a nuevos personajes y se une a ellos. Su situación inicial puede ser buena o mala, pero siempre empeora hacia el final, lo que le obliga a huir y así se vuelve a repetir el mismo proceso hasta que por fin llega al final de su viaje en la guarida del doctor Hoffman. Así la historia se mantiene en constante movimiento y cada vez nos sorprende con nuevos personajes y situaciones extraordinarias.

Esta es una historia sobre el poder del deseo, que es la energía que el doctor Hoffman usa para crear sus ilusiones y deformar la realidad. La autora inventa sus propias leyes científicas sobre esta energía del deseo, a la que llama «erotoenergía» y las desarrolla a lo largo de la obra. La batalla que tiene lugar en la novela es entre el deseo (el doctor Hoffman y sus aliados) y la razón (el ministro de Determinación y sus agentes). En esta guerra Desiderio se encuentra a medio camino entre ambos bandos, porque sus valores y su lealtad al ministro le posicionan de parte de la razón, pero siente un incontrolable deseo por Albertina.

El deseo es una constante presencia en la historia, que como otras obras de Carter está plagada de escenas sexuales, algunas eróticas y otras violentas. Esto es una constante en la obra de Carter, que era admiradora de la obra de Sade, una representación del sexo que a veces es placentera y otras puede suponer la destrucción de los personajes, aunque en esta novela esa idea se lleva a un extremo donde el placer sexual puede realmente alterar la realidad.

Como he adelantado antes, un elemento de gran peso en la novela es el romance entre Desiderio y Albertina Hoffman. Un detalle llamativo y que yo valoro positivamente es que se trata de una relación romántica entre dos personajes racializados: Desiderio es descendiente de los nativos americanos y Albertina tiene ascendencia china por parte de madre. Esta historia de amor comienza cuando, durante el sitio de la ciudad por los espejismos, Albertina se aparece a Desiderio en sueños y este se enamora de ella. Durante su aventura, Albertina se le aparece varias veces bajo distintos disfraces hasta que finalmente se revela con su verdadero aspecto delante de él y le acompaña en la última parte de su viaje. Su historia comienza siendo uno de esos romances literario donde los personajes pueden decir que están profundamente enamorados sin ni siquiera conocerse, pero afortunadamente para los lectores cansados de este tópico, al avanzar la novela empiezan a interactuar y entonces su relación llega a resultar creíble. A pesar de las condiciones totalmente irreales donde se desarrolla su historia y de que el romance real apenas ocupa una pequeña parte de la obra, su relación resulta muy humana y tierna, para mí uno de los mejores elementos de la novela.

Como último apunte, Albertina es quizás uno de los mejores personajes de la historia, para mí mucho más interesante que su padre, el cual a pesar de ser una presencia constante apenas interviene en el libro. Albertina es un personaje con profundidad y aunque su papel es el de interés amoroso del protagonista, tiene una identidad propia. Es una mujer inteligente, a la altura de su padre, con opiniones propias que impone siempre a los deseos de Desiderio. Su carácter y su inteligencia son algunos de los atributos que refuerzan el amor que el protagonista siente por ella, aunque a veces le molestan. Albertina es también una mujer sexualmente activa, como casi todas en la novela (y en lo que llevo leído de la obra de Carter, pocas mujeres no lo son), así que forma parte de un tema constante en la obra de Angela Carter: el reconocimiento de las mujeres como seres con sus propios deseos sexuales que tiene derecho a vivir su sexualidad sin ser juzgadas.





Valoración personal:

El doctor Hoffman y las infernales maquinas del deseo me ha parecido una novela fascinante. Su continuo movimiento y la sucesión de escenas extraordinarias mantiene la atención del lector y cada pocas páginas lo sorprende con nuevas excentricidades. Los personajes, incluso los que aparecen poco, resultan interesantes. El estilo de Angela Carter sumerge al lector en el mundo que ha creado y vuelve la lectura muy placentera, aunque yo a veces me sentía abrumada por el enorme sensorialismo y la expresividad de la narrativa. El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo es una de esas obras donde da igual que a veces parezca que la trama no avanza, porque es muy fácil disfrutar de su forma.


Si hablamos de lo que no me ha gustado de la novela, el principal punto a destacar es el siguiente: como todo es posible y los acontecimientos extraordinarios se suceden casi de principio a fin, llega un momento en el que se acaba perdiendo la capacidad de asombrarse y las rarezas parecen rutinarias.

Algo que no dejó de molestarme durante la lectura fue la abundancia de tópicos racistas, lo que se puede intentar justificar por la época, pero me entristeció estar leyendo una novela donde dos de los protagonistas son personajes racializados bien construidos y sin embargo la autora recurre a caricaturas racistas para representar a los secundarios. Y esto es solo uno de los tópicos del libro que molestarían a cualquier lector sensibilizado, pero que merece la pena dejar pasar para disfrutar de esta obra.


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